Si eres seguidor de la web de Clínica Teknos y de nuestras redes sociales en más de una ocasión habrás leído que los pies de cada uno de nosotros son únicos, al igual que nuestra forma de caminar.
A pesar de ello, en podología existe una forma de caminar que se puede considerar como "normal". Esta forma de caminar se caracteriza por apoyar primero el talón e ir progresivamente bajando la puntera del pie hasta terminar despegando por los dedos.
¿Por qué hay personas que arrastran los pies al caminar?
- La edad. En la vejez nos cuesta más caminar y comenzamos a arrastrar los pies en cada paso que damos. La razón parece evidente; la musculatura de pies y piernas se va debilitando, está fatigada, los músculos van perdiendo su elasticidad, se vuelven rígidos y tensos dificultando el levantamiento del pie del suelo.
- Enfermedades nerviosas o alteraciones motoras. Los trastornos neurodegenerativos, enfermedades como el Parkinson u otras que afectan al sistema nervioso, como puede ser también la esclerosis múltiple, afectan a la fuerza muscular, al equilibrio y la coordinación, incluso a la conciencia que tenemos sobre nuestro propio cuerpo. Ante este tipo de problemas la marcha de altera provocando el arrastre de los pies y dificultades para caminar.
- Calzado o lesiones en los pies. Rozaduras, callos, ampollas, calzado ajustado... son alteraciones puntuales que también afectan a a marcha y que pueden llevarnos a arrastrar los pies para evitar dolores o molestias. Lo bueno es que se trata de una situación puntual por lo que no debería de desencadenar otro tipo de lesiones.
- Sobrecarga de los tribiales. Esta musculatura es la encargada de evitar que aplane en exceso el arco del pie y, además, tienen un componente biomecánico al ayudar a los pies a levantarse del suelo. Si los tribiales se sobrecargan, al corre o caminar se tensa y esa tensión se va subiendo a la parte delantera de a pierna dificultando levantar el pie del suelo.
- Alteraciones del ánimo. No hay duda de que las emociones afectan a la postura corporal y a la forma de caminar. En estados anímicos tristes tendemos a encorvarnos, a caminar con la cabeza gacha; la marcha se vuelve más lenta y con pasos más cortos, por lo que ponemos menos energía a la hora de levantar los pies. Ocurre lo mismo cuando estamos cansados o estresados.
- Acortamiento de la musculatura posterior. Cuando tenemos mucha tensión en la musculatura que engloba el gemelo, sóleo, tendón de Aquiles e isquiotibiales, nos provoca una marcha de puntillas, produciendo un elevamiento del talón precoz en cuanto contactamos con el suelo y echando todo el peso de nuestro cuerpo sobre la parte delantera los pies; dando la sensación sobre todo de arrastrar las punteras de los pies y desgastando el calzado por esa parte.
- Tipo de pie. El tipo de pie suele ir asociado a tener un pie plano o valgo, por lo que hemos dicho del descenso del arco y se suele ver más en niños. A partir de los 4 años es cuando empieza a formarse el ALI (Arco Longitudinal Interno) o arco interno del pie, a lo que se nos puede juntar también un desequilibrio muscular de la cadena posterior.
Es más frecuente ver a los niños arrastrar los pies, incluso que tropiecen por ello
Si arrastrar los pies al caminar se vuelve algo muy frecuente, doloroso, o simplemente molesto, es fundamental acudir a un especialista para buscar el origen de esta dinámica de la marcha para determinar un plan de tratamiento adecuado.